“Traédmelo.”

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Iglesia Bautista Victoria
Reunión de oración los miércoles por la noche, 25 de septiembre
“Traédmelo.” Marcos 9:19[1]
Buenas noches, Hermanos. Gracias por estar esta noche. Me da mucho animo verlos aquí para orar juntos. Nuestro tiempo de oración los miércoles, es muy importante. No podemos esperar que Dios nos crezca como iglesia y nos bendiga personalmente si no estamos obedeciendo su palabra de orar fielmente como iglesia. Al venir al culto de oración, están demostrando que desean crecimiento y bendición.
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En los evangelios Jesús nos da muchas razones por la cual debemos orar. Nos manda orar por dirección y provisión. Nos dice orar para que venga el reino final de Dios. En su mandato o ejemplo de oración, vemos peticiones generales y también ejemplos muy específicos. Esta noche me gustaría hablar sobre un mandato de Cristo encontrado en el libro de Marcos, capitulo 9. Busquen por favor, Marcos, capitulo 9, versículos 17-29:
17Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. 19Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Desesperado y decepcionado, el pobre padre se alejó de los discípulos y buscó el Maestro. Su hijo estaba en la peor condición posible, y todos los medios habían fracasado. Pero el pobre niño pronto fue liberado del maligno cuando el padre, en fe, obedeció la palabra del Señor Jesús: "Traédmelo.”
Los niños son un regalo precioso de Dios, pero hay mucho que viene con criad a un niño. Pueden ser una gran alegría o una gran amargura para sus padres; pueden estar llenos del Espíritu de Dios o llenos de maldad. En todos los casos, la Palabra de Dios nos da una receta médica para el tratamiento de todos sus males: " Traédmelo.”
El pecado está ahí desde la concepción, que nuestras oraciones comiencen a atacarlo desde el principio. Nuestros clamores por nuestra descendencia deben preceder los gritos de su entrada a un mundo de pecado. En los días de su juventud, veremos tristes decisiones de incredulidad y pensaremos: "está la voz de Dios en su corazón?" Pero Jesús todavía nos manda: "Traédmelo.” Cuando crezcan, pueden revolcarse en el pecado y espumar de enemistad contra Dios; pero cuando nuestros corazones se rompen, debemos recordar las palabras del gran Médico: "Traédmelo.” Nunca debemos dejar de orar hasta que ellos dejen de respirar. Ningún caso es desesperado ante Jesús.
El Señor a veces trae sufrimiento para arrinconar a las personas para que sepan cuán necesario él es para ellos. Hijos que pecan, nos muestran nuestra propia impotencia contra la depravación de sus corazones, y nos debe hacer huir al Todopoderoso en busca de fuerza. Cualquiera que sea nuestra necesidad diaria, la oración debe ser como una fuerte corriente del mar que nos lleva a Dios. Jesús pronto puede eliminar nuestro dolor; él se deleita en consolarnos. Él puede restaurar nuestros hijos; Jesús quiere que vuelvan a sí mismo.
Algunos de ustedes conocen muy bien este tema. Y me gustaría consolarles con esta declaración: Claro, hay momentos en que podrías haber criado mejor a tus hijos, pero en última instancia, ellos son responsables ante Dios por sus acciones. Con demasiada frecuencia, el proverbio: "Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán" se enseña como si fuera una especie de promesa de Dios. Muchos padres se han culpado a sí mismos por el pecado y alejamiento de Dios de sus hijos. Sí, los padres deben ser buenos mayordomos de sus hijos y mantener al Señor delante de ellos. Pero este pasaje de Proverbios 22 es un proverbio, una declaración de sabiduría, no es una promesa de Dios. No existe una fórmula perfecta o un molde seguro para que un niño nunca se desvíe del Señor. Como bautistas, creemos en la libertad individual del alma, el derecho de cada persona a elegir cómo se presenta ante Dios. Lideramos por el ejemplo y enseñamos la Biblia lo mejor que podemos, pero en última instancia, ellos, los niños, tienen que forjar su propia relación con Dios. Con todo esto quiero decir, padres con hijos viviendo en pecado, por favor no se castiguen a sí mismos. Llévalos a Dios en oración.
Como iglesia, estamos orando con ustedes para que sus hijos sean restaurados a una vida piadosa. Lloramos con ustedes, y esperamos regocijarnos con ustedes cuando el Señor los traiga de vuelta a su camino. Y a ustedes que saben lo que es tener un hijo caminando por un camino mundano, haznos recordar la importancia de la oración por nuestros hijos.
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Ahora es el momento de hacer la transición a nuestro tiempo de oración. ¿Trajeron sus Guías de Oración?
[1]Partially adapted from Spurgeon, C. H. 1896. Morning and Evening: Daily Readings. London: Passmore & Alabaster.
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